Faustino Asprilla es sinónimo de alegría, de pasión y sobre todo de fútbol. Y eso lo dicen todos los hinchas del Parma, su llegada en el año 1992 y 1993 se convirtió en jugador revelación. Instinto, improvisación y talento marcaron una época en la década en el fútbol italiano.
Marcó diferencia dentro de la cancha: “cuando yo llego al Parma, si yo hubiera estado en el Milán o en el Inter, me hubieran dado el balón de oro, las cosas no me las dieron; pero yo ese año fui el jugadores revelación. Alcancé a compartir junto a Jean Alesi y Michael Schumacher, yo solo los veía en televisión”.
Vea acá: Tino Asprilla, no nací para perder | Capítulo 2 | La gloriosa llegada del Tino al Parma
"Todos los días de mi vida yo pienso en Parma": Faustino Asprilla, en No nací para perder
“Ale, ale, ale, ale, Tino, Tino”: fue uno de los cánticos más importantes de la hinchada, allí se hizo inmortalizo en los corazones de esta población italiana: “Casi todos los días de mi vida yo pienso en Parma, porque aprendí que no era solo futbol, era un amor verdadero, por los amigos que dejé, cada que me invitan para ir al Parma, se iluminan mis ojos, como cuando se iba a ver con la peladita que le gustaba, las mariposas se sentían en la barriguita, es la misma ilusión de hace 30 años”.
Asprilla recuerda con mucha emoción sus días en Italia: “En Parma está la otra mitad de mi vida, Parma era el último equipo que yo tenia en la cabeza, pero cuando llego a Italia no podía jugar en la Fiorentina que era el equipo que yo quería, porque ya tenía el cupo de los extracomunitario, estaban Diego Latorre, Batistuta y Dunga. Termino en el Parma y ahí empieza mi historia en el futbol europeo”.
Asprilla, al llegar al Parma: "yo solamente bajaba al comedor, comía y me iba a la habitación"
Los hinchas no sabían quién era, el primer día dijeron este es un loco: “Parma estaba en vacaciones en Brasil, y me pidieron que me integrara un poco, en esos quince días que estaban en Brasil. Mi primer partido, en la primera jugada me quedó un rebote, eludí rivales y marqué gol desde afuera del área. Ya empezaba a mostrar lo que era capaz de hacer en una cancha de fútbol.
Sus compañeros no sabían el valor de la salsa vallecaucana en Europa, especialmente en su llegada: “Yo era tímido entonces, yo solamente bajaba al comedor, comía y me iba a la habitación. Cuando yo llegó a Italia empiezo a demostrar que no era tan tímido, o tan juicioso”.
El Tino se hizo amar como persona, con su forma de ser, como futbolista porque contribuyo a que el Parma se convirtiera en un equipo muy importante en Europa. Metía corazón: “El primer partido de campeonato ese día ganamos dos cero y yo marqué gol”.