El Estadio Pascual Guerrero de Cali vivió uno de los momentos más emocionantes del Mundial sub 20 femenino la Selección Colombia se enfrentó a Corea del Sur. Más allá de la importancia del partido y el rendimiento de las jugadoras, hubo un instante que se quedó grabado en la memoria de todos los presentes: el momento en que se entonó el himno nacional. Las gradas, repletas de hinchas vestidos de amarillo, azul y rojo, vibraron al unísono, generando una atmósfera que elevó el ambiente a niveles únicos de emoción y orgullo.
La reacción fue inmediata: una marea de voces se unió en una sola para cantar a todo pulmón el himno con la Selección Colombia femenina Sub 20
El himno de Colombia siempre ha sido un símbolo de unión y fuerza para la Selección, pero en esta ocasión, el Estadio Pascual Guerrero tomó un papel protagónico en este ritual. Mientras los jugadores se alineaban en el centro del campo, y los aficionados llenaban cada rincón del estadio, la primera nota del himno nacional comenzó a resonar. La reacción fue inmediata: una marea de voces se unió en una sola para cantar a todo pulmón, convirtiendo el recinto en un verdadero santuario de patriotismo y pasión.
Los jugadores, visiblemente emocionados, entonaban el himno con orgullo mientras la bandera ondeaba en el viento caleño. Para muchos de ellos, especialmente los más jóvenes, era una oportunidad única de representar a su país en un escenario de tanta importancia, y el momento del himno marcó el inicio de lo que sería un partido crucial.
El himno no solo unió a las jugadoras, sino que generó una conexión profunda con los aficionados en las gradas. Desde el primer hasta el último verso, los hinchas de todas las edades, provenientes de distintas partes del país, sintieron una comunión única con su selección. No era simplemente un partido más; se trataba de una batalla en la que todo un país estaba detrás de su equipo, y esa energía se transmitía claramente desde las gradas hacia el campo de juego.
El Pascual Guerrero, con su histórica relación con el fútbol colombiano, fue testigo de una de las entonaciones más apasionadas del himno en los últimos años
El Pascual Guerrero, con su histórica relación con el fútbol colombiano, fue testigo de una de las entonaciones más apasionadas del himno en los últimos años. Muchos de los hinchas llevaban banderas, bufandas y camisetas de la Selección, ondeando los colores patrios mientras se cantaba. Esta comunión entre equipo y afición creó una atmósfera en la que el himno no era solo una formalidad previa al partido, sino una declaración de orgullo y resistencia.
El impacto emocional del himno fue evidente en los primeros minutos del partido entre Colombia y Corea del Sur. Los jugadores colombianos salieron al campo con una intensidad notable, motivados no solo por el compromiso deportivo, sino también por la energía que el público les había transmitido durante esa ceremonia. La conexión entre el equipo y su afición fue palpable, y cada pase, cada jugada, parecía impulsado por el eco del himno que aún resonaba en el ambiente.
El himno nacional no solo es una tradición en cada partido de la Selección, sino un momento que, en ocasiones como esta, cobra una relevancia especial. En el Pascual Guerrero, ese día, no fue diferente. Cada nota, cada palabra, fue una reafirmación del orgullo de ser colombiano y del deseo colectivo de ver a su equipo triunfar en la cancha.