Iván René Valenciano lanza su libro ‘El gol de la gloria’. El ex futbolista deja un innumerable montón de anécdotas y situaciones durante su vida. Habla de su principal enemigo, el trago, sus antecedentes en la cárcel, su vida sentimental y su relación con la comida.

La revista Semana ha hecho una entrevista bastante minuciosa con respecto a todos estos escenarios desde antes de ser futbolista profesional, en clubes nacionales, de Ecuador y de Italia, en el Atalanta, siendo dirigido por Marcello Lippi; además de algunos momentos curiosos con la Selección Colombia.

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En Deportes RCN resaltamos este gran trabajo periodístico por parte del medio en cuestión, revivimos algunos momentos que se vivieron durante esta valiosa entrevista periodista, en torno a su nuevo libro.

RS: Iván René, gracias por hacer este lanzamiento de su libro: “El gol de la gloria” ¿qué vamos a encontrar en ese ejemplar?

Valenciano: Vamos a encontrar de todo. Lo que es Valenciano, alguien claro, conciso, que siempre dice las cosas tal como son, como lo he dicho muchas veces; nunca me ha gustado ser alguien diferente. Siempre digo la verdad y en este libro vamos a encontrar todo ese tipo de cosas, polémicas que a la gente le encantan

RS: ¿Cómo es pasar de tener uno pocos pesos a ganarse las millonadas del fútbol? ¿Eso le dañó la cabeza?

Valenciano: Te daña la cabeza desde todo punto de vista. Primero porque te crees el dueño del mundo. Siempre he sido de las personas que, más allá de cualquier cosa, el dinero para mí nunca fue la prioridad o fundamental. Disfrutaba de comprar las cosas, que mi familia estuviera bien, de poder comer bien.

RS: ¿De cuánto fue su primer contrato?

Valenciano: Estamos hablando de 70.000 pesos, que en esa época era mucho. Me ganaba 35.000 pesos mensuales. Con eso tenía que pagar el transporte, coger el bus que pasaba por ahí por mi casa en Simón Bolívar y llegaba hasta el Paseo Bolívar, agarraba el bus de la 54. Me bajaba en la 72 con 54 exactamente y caminaba unas tres cuadras, porque el club quedaba en la 57.

RS: ¿Todo lo que se ganaba sí era para usted?

Valenciano: No, mi papá arregló la venta. Nosotros no vimos un peso, ni mi mamá ni yo, de lo que él negoció, de lo que él me vendió a Junior. Lo que me ganaba yo, lo compartía con mi mamá. Siempre fue la persona con la que estuve más cerca. Lo que hacía en general era alrededor de ella.

RS: ¿El trago es su peor mal?

Valenciano: Solo una vez jugué enguayabado. Fue un 18 de marzo que estaba cumpliendo años, jugábamos en Barrancabermeja. El día anterior me fui a una discoteca, me acosté a las 5 de la mañana y jugábamos a las 3:30 de la tarde. No fui ni siquiera a almorzar, llegué directamente al estadio y el profesor me puso de suplente. Ese día metí gol y ganamos 2 a 1. De resto, ni cuando estuve en Junior, Italia o a nivel profesional en otros países tuve ese tipo de inconvenientes. Siempre tomaba trago después de los partidos. Es más, cuando se acababan los partidos, en la concentración, metía mis frías, mis botellas de whisky y me tomaba mis tragos. De resto nunca me volé a tomar.

RS: ¿Cuál es el mayor error que lo llevó a cometer el trago?

Valenciano: Muchísimos. Hay que reconocer los errores, no se puede ocultar el sol con una mano. No me puedo echar mentiras yo mismo. Cuando me entregaron mi primer carro, le mandé a poner las llantas y a polarizarlo, Mientras le hacían eso, me puse a tomar los tragos, una botella de whisky, y cuando me entregaron el carro, iba bajando por la 51 con 84 en Barranquilla..., no sé en qué momento estaba metido en una cuneta y me bajé del carro y dije, ‘no le pasó nada’. Cogí un taxi y me fui para mi casa. Le dije a mi papá que lo fuera a buscar porque lo había rayado, mentira, que me lo mostraron al día siguiente, le había arrancado una llanta en la parte de atrás y estaba todo reventado de un costado.

RS: ¿Le tiene rencor a su papá?

Valenciano: Yo tenía dos años sin fluidez con mi papá. Un día me invitan a un partido en San Marcos, Sucre. Yo lo organicé. Me gané ese día 12 millones de pesos. Cuando llegué, fui a buscar a mi papá en la casa de mi abuela. Lo encontré ahí, sentado, en pantaloneta, le di un millón de barras para que se la vacilara. Se puso su pinta, sus bermudas, zapatos blancos con verde, anillo, cadena, reloj. Se ponía pupi con sus gafas tipo piloto. Ese día le dije que de todo lo que había pasado en los últimos años no lo culpaba

RS: ¿Llegó a odiar el fútbol?

Valenciano: Nunca llegué a odiar el fútbol. A veces no entendía, eran las críticas pero yo las callaba con goles. Eso me hace acordar del momento de Dayro Moreno. Mi hijo me dice que Dayro y Galván Rey necesitaron casi 500 partidos para hacer su marca y que si yo hubiera sido juicioso, otra sería la historia. Yo le respondí: “Ah, no. Hubiera hecho mil”.

RS: Usted estuvo en la cárcel. ¿Qué cuenta de eso en el libro?

Valenciano: Sé lo que es pasar por una cárcel, no solamente en Colombia, también en Estados Unidos, que es más dura. No tienes ningún privilegio, no eres nadie. Eres uno más, eres un número. Así de sencillo. En Colombia vas a la parranda, si quieres cocinas, si no, la mejor comida. Las dos experiencias son bastante complicadas y en el libro lo cuento

RS: Se dice que usted ha sufrido de sobredosis, que ha sido internado por el alcohol. ¿Qué de todo eso es cierto?

Valenciano: Vicio, nunca. No he metido droga. Lo único es medicamento psiquiátrico por el insomnio. De resto, soy mamador de ron todo lo que quieras, la fábrica de licores completa me la he tomado sin ningún tipo de inconveniente.

RS: ¿Qué tan mujeriego fue?

Valenciano: Bastante. Ganaba por ser Iván René Valenciano, cuando era famoso. No ganaba de verso, después de viejo fue que aprendí a hablar. Tenía el casete de jugador de fútbol. Era mujeriego por mi papá, por naturaleza. No echaba piropos, no es mi estilo. Pero mujeriego, como no te imaginas. Amor, placer y problemas traen las mujeres. Los tres vienen en el paquete. El dinero, la fama, estar expuesto a medios te lleva a no desaprovechar alguna vieja. Así estás con mujeres diferentes.

RS: ¿Cuántos matrimonios? ¿Cuántas demandas de alimentos?

Valenciano: Tres y una demanda de alimentos que fue una pelea bastante dura. Se la achaco a mi papá porque fue el que hizo el negocio. El que arregló la cantidad de plata que iban a dar. Pienso que cuando tú tienes la facilidad y la posibilidad de darle a tu hijo lo mejor, a veces nos fijamos es en la madre por el rencor y no en lo importante que es verlos a ellos bien.

RS:  Después de la gloria, ¿no tuvo ni para comer?

Valenciano: El jugador de fútbol cree que el dinero nunca se va a acabar, que la carrera nunca se le va a terminar, que va a durar para toda la vida y todos hacemos el siguiente ejercicio así de fácil: lo primero que te dicen: invierte en tierras. Resulta que cuando tú te retiras del fútbol, estás acostumbrado a vivir con 100 millones de pesos, pero las propiedades que tú tienes en arriendo te generan 50 millones. Entonces necesitas 50 millones de pesos más para poder tener el mismo estilo de vida de antes. Ese es el grave error, y empiezas a vender. Cuando te das cuenta, te gastaste toda la plata y te quedas sin nada. Hay otros que sí saben invertir y disfrutan su vejez.

RS: ¿Cuál es el momento más especial con el Junior, su gran amor?

Valenciano: Son dos. El 93, cuando fuimos campeones después de 13 años, pero el del 91, año de “la juniormanía”. Nunca había visto algo tan impresionante. Ahí me hice ídolo. La cantidad de gente que nos acompañaba en el hotel o trayectos... Fue muy especial.

RS: ¿Y la mejor anécdota de Selección?

Valenciano: La del Pibe, que me mandó a comprar la hamburguesa. Antes de los partidos, siempre pedía una doble carne, queso, tocineta, sin verdura, papas y una gaseosa. Ese era mi comida y luego hacía gol. Siempre pasaba con Junior. En la Selección, cuando me dijeron que iba a jugar contra Argentina, el Pibe estaba al lado, yo estaba con Alexis Mendoza en la habitación. El mono entró y me dijo: “¿Y la hamburguesa?”. Yo le dije: “No, me voy a cuidar hoy”. Me dijo: “Qué cuidar ni qué nada, tienes que hacer gol mañana”. Me comí la hamburguesa. Hice el gol contra Argentina. El mono me conocía muy bien.

RS: ¿Qué mensaje quiere mandar en su libro?

Valenciano: Que nadie es perfecto. No soy consejero. Es un libro de aprendizaje y enseñanza. Caer y levantarse, no desfallecer en los propósitos y metas. Lo leerán y encontrarán cosas para mejorar.

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El goleador y ex futbolista revela detalles de su vida en el lanzamiento de su libro: El gol de la gloria.
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