“Yo solo quería que me dieran en la oportunidad, quería tener un partido como profesional, me dieron la oportunidad y metí dos goles”: Asprilla. Al ritmo de salsa, música y sabor, en Tuluá, creció un pequeño que siempre destacó por su desparpajo; rápidamente, se ganó entre su grupo de amigos el cariño de todos, dentro y fuera de las canchas, Fausto siempre fue la estrella.

Amigos, familiares, técnicos y conocidos de Fausto lo endiosaban. Su estilo de juego y su comportamiento fuera de ella hacía que él se destacara más que cualquier otro, es el caso del futbolista profesional Harold Lozano, el nacido en Cali y contemporáneo aseguró: “Era flaco pero demasiado habilidoso, me acuerdo que en esa época estaba en la Sarmiento, yo estaba en Boca Juniors, siempre nos enfrentábamos y esos partidos eran clásicos”.

Faustino recuerda con cariño la Escuela Sarmiento Lora: “me enseñaron todo, para mí eso vale más”

Todo un personaje, hoy día el mismo Asprilla reconoce con emotividad sus comienzos: “Yo crecí en la escuela Sarmiento Lora, nunca me cobraron por jugar al fútbol, y me enseñaron todo, para mí eso vale más que cualquier cosa”.

El entrenador, Mario Desiderio, ex técnico de la Escuela Sarmiento Lora habla de Asprilla con alegría, tal vez por esos momentos en los que el niño de le hizo dio muchas victorias: “Faustino era vago, pero entraba a la cancha, cuántos partido me ganó Fausto acá”.

El ídolo del fútbol colombiano, insignia en el mundo, Faustino Asprilla, un ejemplo deportivo para los pelados

Jairo Hurtado, técnico de la escuela de futbol Cafa, habla de Fausto en otra de sus facetas, esa en la que es maestro, el referente para las jóvenes promesas: “Él es muy exigente, hay que hacer las cosas bien para que este contento”.

Fausto habla desde su corazón, desde su experiencia, a pesar de haber estado de un mundo de glamour, en los equipos más importantes del mundo, acompañado de las personas más prestigiosas, sabe cuál es el verdadero valor del fútbol, la materia prima: “Las personas creen que yo de verdad soy capaz de quitarle la posibilidad a un muchacho que no venga a entrenar por 100 mil pesos, es imposible".

"Desde que estaba en el Parma dije, algún día monto un equipo, una escuela, pero que yo tenga que darles a ellos, no ellos a mí. Porque quiero que ellos salgan adelante, no me importa nada”

Asprilla no olvida de donde viene, de donde salió, los recuerdos lo hacen identificarse con los jóvenes de ahora. Su hermano Diego Asprilla es testigo de esa magia que lo caracterizó desde su juventud: “desde infantiles él ya era un Monstruo jugando fútbol, desde los 13 años, ya lo combinaban, porque él era el jugador diferente, iba a jugar a una cancha que le llamaban el Magonio, jugaba con personas de 30 o 40 años”.

Pudo comenzar su carrera en el América, en el Cali, o en cualquier otro equipo, pero para él las formas eran un requisito indispensable: “A los 17 años me fui a probar al Cúcuta, quedo, y ahí comienza mi carrera profesional”.

El joven humilde no cambió, su esencia y su estilo se mantuvieron siempre. Un niño que siendo joven creció para convertirse en uno de los hombres de fútbol más importantes del continente. Una vida que estuvo marcada por su soltura y su carisma, pero sobre todo con la humildad de sonrisa.

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Al ritmo de salsa, música y sabor, en Tuluá, creció un pequeño que siempre destacó por su sonrisa.
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Entérese de los comienzos e inicios de uno de los futbolistas más importantes de la historian colombiana y su huella en el mundo.
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Faustino Asprilla.
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